martes, 26 de julio de 2011

Si cuidas de ti mismo, cuidarás mejor de los demás

Cuidar de un familiar o amigo puede ser muy gratificante, pero también una tarea agotadora. Aunque es posible que no pongas límites a los cuidados que des a la persona que atiendas, es importante que también dediques cuidados y tiempo para ti. Si no te dedicas tiempo y atiendes tus propias necesidades, la tarea de cuidar a alguien será cada vez más difícil y agotadora y, finalmente, la persona que estés cuidando también lo notará. No te prives del tiempo que necesites porque cuidar de uno mismo también forma parte de ser un buen cuidador.

Sugerencias 

Cuidar de un amigo o familiar implica una serie de cambios en tu vida que a veces se acompañan de emociones que nunca habías sentido antes. Muchos cuidadores consideran que su tarea es responsabilidad suya exclusivamente y de nadie más. Quizás les resulte incómodo pedir ayuda porque crean que nadie pueda hacerlo mejor o es posible que la persona afectada sólo acepte la atención de sus allegados. Cada situación es diferente, pero muchas personas encuentran que sus sentimientos pueden estar entre el amor y la satisfacción por cuidar a un ser querido y el resentimiento por el impacto que causa en sus vidas. Esto puede dar lugar a sentimientos de culpa, estrés, irritabilidad y agotamiento. Es importante reconocer y expresar estas emociones con alguien de confianza o en un grupo de apoyo.

No pasa nada por pedir ayuda

Los amigos y la familia son una gran fuente de ayuda y apoyo, así que no debes pensar que les molestará echar una mano. Es muy probable que te admiren por lo que haces y les gustará poder aportar algo a tu labor. Pedir ayuda no significa ser débil; puede que incluso con ello consigas el tiempo que necesitas dedicarte a ti para poder mejorar como cuidador.
Pide a tus familiares que se comprometan con algunas tareas de la casa o que te ayuden en momentos puntuales de la semana. Una ocasión perfecta para pedir ayuda puede ser durante una reunión familiar, ya que muchos se animarán al ver a otros dispuestos también a ayudar. Elabora una lista de turnos para confirmar las promesas de todos y propón la ayuda en parejas si no se sienten capaces de realizar el trabajo en solitario.
Acepta la ayuda de los amigos. Si no puedes ir de compras y ellos sí, no les importará en absoluto que les encargues algunas cosas. Pueden echarte una mano incluso en las tareas menos frecuentes de la casa como, por ejemplo, cortar el césped. Recuerda, no todos los amigos te ayudarán directamente con las tareas del cuidado, pero cualquier aportación puede suponer un tiempo muy valioso para darte un respiro.

Comparte los altibajos

Todos sabemos que existen altibajos cuando cuidamos de alguien con incontinencia. Hay momentos de dificultades, de humor y otras veces en las que te das cuenta de que ofrecer el mejor cuidado posible es un privilegio enormemente gratificante. Compartir estos sentimientos ayudará y animará a otras personas que se encuentren en la misma situación, al mismo tiempo que te permitirá mantener una sensación de equilibrio. Organiza reuniones semanales o mensuales con amigos y familiares que te ayuden en tu labor. Si compartes las experiencias positivas y negativas, crearás una sólida red de ayuda donde podrás desahogarte en un ambiente de comprensión.

Canaliza el enfado y la frustración

La persona atendida puede sentirse angustiada y descargar su frustración en el cuidador. Si es así, intenta recordar que ellos no han elegido ser dependientes de ti. Se han visto obligados por las circunstancias y pueden deprimirse. Intenta dirigir tu enfado a las circunstancias médicas en lugar de a la persona que está intentando sobrellevarlas. A veces una tercera persona puede ayudar a disminuir la tensión y compartir la carga.

Escribe tus sentimientos

Una de las terapias más antiguas y eficaces para afrontar los altibajos consiste en escribir lo que se siente. Quizás por ello, escribir un diario es una práctica tan antigua. Vale, después de un largo día de trabajo, es posible que el cansancio sea demasiado grande para escribir una novela. Sin embargo, intenta escribir una lista de aspectos positivos y negativos una vez por semana. Observa lo positivo y piensa cómo puedes aplicarlo y basarte en eso la semana siguiente. Respecto a los aspectos negativos, piensa cómo puedes reducirlos al mínimo.

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